Autopista 6 de Noviembre, crónica de una muerte buscada


Se preparan las apuestas, cada quien tiene su preferido, algunos observan impacientes desde sus lugares, otros desde los asientos de sus vehículos  jóvenes y chicos se preparan para el “show” autobuses, patanas, carros y camionetas son los obstáculos a vencer.
Suenan los mofles. Se calientan los motores, no es necesario identificación; cada quien sabe quién es su contrincante. Los narradores son también los camarógrafos y, al mismo tiempo espectadores y apostadores.
Este es el escenario de las carreras clandestinas de la Autopista 6 de Noviembre, la autopista de la muerte; la ligera línea entre la vida y la muerte resumida en un solo movimiento en falso, en una patada a traición; es poner en juego en el peor de los casos la vida y las extremidades  por dinero y “fama”.
Sábado 4:48 PM
Por las aceras, sobre los puentes, en las esquinas, en los retornos, tumultos de ociosos se aglomeran a observar el espectáculo. A lo largo de las vías se colocan para hacer apuestas adicionales a las que se trazan entre los organizadores de las carreras. Cascos “son incomodos”, rodilleras “¿para qué?”. Lo imprescindible es tener una motocicleta preparada para correr sin frenos.
 Los 24 motociclistas se encuentras preparados para “la competencia” algunos van solos; otros llevan copilotos. ¡PANG! Suena la corneta. Salen disparados; algunos se acuestan en sus motocicletas para lograr mayor impulso otros simplemente agacha el cuerpo para conseguir lo mismo.
Como "almas que lleva el diablo" salen impulsados, incluso en una rueda y esquivan todo a su paso, no les importa lo que tengan que esquivar o la vida perder, el propósito es terminar la ronda en el menor tiempo posible.
Para Félix Pérez, chofer de guaguas, este tipo de carreras  no le sorprende, dice que para estos jóvenes las carreras clandestinas son “más que una moda, un vicio”. Además los sábados y domingos en la tarde se adueñan de la vía.
5:20 PM
Los espectadores vociferan todo tipo de improperios como forma de manifestar su agrado o desagrado por los competidores, observan impacientes a sus preferidos en las vías.
Siguen rodando, pasando por GOYA esquivando  todo tipo de vehículos y enderezando las curvas.
Rugen los motores, y estos motociclistas se atraviesan por en medio de las patanas a tal velocidad que los espectadores que observan desde el puente de Hatillo gritan como locos de emoción.
Moradores del lugar, afirman que próximo al área de las  competencias, casi siempre hay unidades del Ministerio de Obras Públicas y Comunicación (MOPC), que controlan el  tránsito en la zona, pero, pese a ello, las carreras se realizan tres y cuatro veces a la semana.  Normalmente esas carreras se realizan los   viernes, sábados  y domingo.  Comienzan a partir de las cuatro de la tarde y concluyen entre siete y ocho de la noche.
5:32 PM
Casi  llegan a la meta. De pronto se escucha la sirena de una patrulla de la policía, como despavoridos salen corriendo tanto espectadores como motociclistas. Se termina la carrera, como si se tratara de una escena de “Rápido y Furioso” todos se suben a una motocicleta antes de que los puedan detener.
Esta vez no hubo muertos ni ganadores. Pero mañana es domingo… la carrera debe continuar.

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